

Hay vías donde aprendes cosas y «American Tourist», es una de ellas. Para ubicarnos, se trata de una ruta de adherencias, abierta por Andreas Bergwall, Ed Webster y Thorbjørn Enevold en 1991, en el Reine Slab (Noruega). Durante la apertura sólo utilizaron fisureros para asegurarse. La vía tiene ocho largos, un grado de N6 y una calificación de «very scary» en la guía de escaladas de la zona. Es un itinerario muy estético y la verdad es que des de abajo se ve bastante complicado, pero como el grado no es difícil, se me ocurrió que podía intentarla en solitario. Aunque no soy un gran experto de las adherencias, en 2014 ya había escalado algunas placas bastante complicadas, como la MCD del Hueso (La Pedriza), o The Rainbow of Recalcitrance (Llanberis Slate). Pero en el segundo largo de «American Tourist» había que salir de la reunión haciendo pasos bastante inciertos y mantenidos, hasta emplazar un primer seguro quince metros más arriba. Un resbalón significaba hacerse daño de verdad, así que no me atreví y destrepé hasta el suelo para no tener que abandonar material.
Volví en 2022 con Jordi Esteve, completamos el itinerario y alucinamos. La dificultad de leer el terreno es muy alta en todo momento, la protección es escasa y laboriosa, y algunas reuniones son muy precarias (creo que no suelo ser un exagerado). De hecho, en el quinto largo, me preocupó la posibilidad de resbalar saliendo de la reunión, arrancarla y caernos los dos pared abajo. Pero una vez allí, descender es un problema, porque prácticamente no hay posibilidad de montar rápeles buenos, así que la única opción es continuar e intentar hacer las cosas bien.
Lo que más me alucinó es que nosotros tuvimos dificultades para encontrar un camino, disponiendo de una reseña y sabiendo que alguien había pasado antes por allí. Pero los aperturistas tuvieron la capacidad de meterse en dicha placa lisa sin tener ningún tipo de información previa y sin llevar el comodín de un burilador. Pensé: ¿No contemplaron la posibilidad de no poder continuar en algún momento? Y si fuera así, ¿no pensaron que retroceder podía resultar casi imposible? Seguramente serían muy buenos leyendo el terreno, una habilidad que se ha perdido con el tiempo, porque la evolución de la escalada se ha centrado exclusivamente en el grado, y todo lo demás prácticamente se ha excluido. Incluso las vías de autoprotección actuales más difíciles se suelen ensayar con la cuerda por arriba, eliminando toda incertidumbre. Mereció la pena repetir esta vía, aunque sea para reflexionar sobre todas estas cosas.



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